Ciudades regenerativas: incorporar la naturaleza al diseño urbano de manera respetuosa es vital para la salud mental

Columna por Carolina Muñoz, Directora Ejecutiva de Chile Regenerativo

Publicación original en NoticiasPositivas.org . En este texto, Carolina Muñoz Ahumada compara el agua a las emociones humanas y nos invita a reflexionar sobre por qué es fundamental “escuchar” la naturaleza desde la honestidad individual. “Es fundamental para poder dar paso a soluciones positivas colectivas y armoniosas desde el diseño y rediseño de las zonas urbanas”, explica.

Se dice que las emociones fluyen en nuestro cuerpo a través del agua, y que nuestras penas, alegrías, miedos y esperanzas también se manifiestan por ese medio, a través de las lágrimas. Somos 70% agua, al igual que la tierra, por cuyos ríos fluye la esencia de la vida.

Pero, ¿qué sucede cuando no dejamos fluir las emociones? ¿Qué ocurre cuando contenemos; cuando no las expresamos en el momento adecuado y las guardamos como si fuera posible almacenarlas indefinidamente en algún rincón interno?

La respuesta a esta pregunta está en la naturaleza misma: tal y como el agua busca inevitablemente un cauce -más tarde o más temprano- estas emociones saldrán a la luz, y la presión se acumulará hasta hacernos desbordar.

Lo que sabemos

Entonces, ¿cómo mantenernos saludables tanto a nivel individual como colectivo en este contexto cambiante? A nivel persona, para lograrlo, resulta esencial permitir que nuestras emociones fluyan a nivel individual primero.

A nivel ecosistémico, debemos permitir que el agua fluya en sus cauces naturales, incluso cuando son parte del paisaje urbano. La ciudad es un ecosistema vivo, que para estar nutrido y ser un espacio de desarrollo equitativo, debe integrar la flora, la fauna y propiciar la interconexión entre seres humanos y otros seres no humanos.

Lo que sucede…

Sin embargo, esto normalmente no es así. Hemos cubierto con hormigón los espacios que habitamos, impidiendo que el agua permee para nutrir nuestros suelos y recargar los acuíferos subterráneos. Con frecuencia canalizamos ríos y arroyos de manera arbitraria, como si su caudal permaneciera siempre constante mientras no lo vemos. Hemos llenado nuestras plazas de superficies duras con el objetivo de «ahorrar» agua, privándonos de la sombra de los árboles, la belleza de las flores y la presencia de pájaros e insectos que enriquecen nuestra vida diaria. Construimos sobre humedales e ignoramos que, en ciertos meses del año, el agua será abundante y la coexistencia entre viviendas, calles pavimentadas y agua será difícil.

Paralelamente, contamos cada vez con más evidencia de que la salud mental de las personas está estrechamente relacionada con el contacto con la naturaleza. Caminar entre árboles, sentir la tierra bajo nuestros pies, observar la flora y la fauna, y también los hongos, nos proporciona niveles de calma y paz esenciales para enfrentar los desafíos sociales y climáticos que enfrentamos diariamente.

Lo que podemos hacer ya

Entonces, ¿por qué, en lugar de plantar más árboles, los retiramos de la ciudad? ¿Por qué reducimos las áreas verdes en nuestras ciudades en lugar de ampliarlas? ¿Por qué homogeneizamos el paisaje con las mismas especies en vez de diversificar con variedades más resilientes que, a la larga, atraigan a otras especies, pájaros e insectos que polinizan y aumentan la biodiversidad, permitiendo un ciclo continuo de salud y vitalidad?

La ciudad y la naturaleza no deben considerarse como entidades opuestas, como si tuviéramos que elegir entre una u otra. Debemos aprender a entrelazarlas y reconocer que, así como los seres humanos somos parte de la naturaleza, la ciudad es un organismo vivo donde podemos permitir que el agua fluya y la biodiversidad prospere, para que los seres humanos podamos disfrutar de una mejor calidad de vida junto con todos los habitantes de la madre tierra.

Sin duda, para que los cambios ocurran de manera más rápida y masiva, se requiere de planificación e intervenciones urbanas urgentes. No obstante, también podemos realizar pequeños esfuerzos individuales y comunitarios que sumados, generarán un cambio significativo en el futuro cercano.

Según Gunnar Hauser Hand, Roger Weber y Nathan Bluestone: «Las ciudades regenerativas son un método de desarrollo urbano que busca construir una relación restaurativa con la naturaleza y crear bienestar inclusivo; salud y felicidad para todos ahora y en el futuro«.

Ese debería ser nuestro enfoque. Identifica esos espacios en la ciudad (o en tu hogar) que te invitan a conectar con la naturaleza. Cuídalos y multiplícalos dentro de tus posibilidades, y disfruta observando cómo tu entorno se vuelve más resiliente.

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