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Los sistemas (ya sean físicos, biológicos, sociales, económicos, mentales, lingüísticos, etc.) y sus propiedades, deben ser vistos como un todo y no sólo a través de las partes que los componen. Es a través de la interacción de sus elementos, que emergen propiedades únicas que no existen de manera independiente en sus partes. Los sistemas son dinámicos y están en permanente cambio y evolución.
Algo que aún no es, que aún no se manifiesta o no existe, pero tiene la posibilidad de ser, de manifestarse o de existir en un futuro. Es la calidad inherente o carácter de una persona, lugar u organización que puede ser expresada en un contexto determinado. Entendiendo la esencia, la identidad o lo que hace único a ese sistema, podemos proyectar al futuro lo que puede llegar a ser en su estado de mayor plenitud y vitalidad.
Somos seres sociales y relacionales en constante colaboración multinivel. Todos estamos conectados los unos a los otros, incluyendo otras especies no humanas e intangibles. En la medida en que las relaciones son diversas y recíprocas, los sistemas se vuelven más vitales y resilientes (y, por lo tanto, se incrementa su capacidad evolutiva).